¿Funcionan tus métricas de seguridad? 5 formas de medir lo que realmente importa

Cómo alinear los indicadores de seguridad con la productividad y la rentabilidad de tu empresa.

¿Funcionan tus métricas de seguridad? 5 formas de medir lo que realmente importa
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Cuando los trabajadores están seguros, también son más productivos y el negocio entero se beneficia. Las compañías que priorizan la seguridad llegan a obtener hasta un 9 % más de satisfacción de sus clientes y un 13 % de aumento en ventas. Sin embargo, tanto la rentabilidad como la satisfacción del cliente son resultados que se encuentran al final de la cadena. La pregunta clave es cómo saber en el día a día si las prácticas de seguridad que se aplican en la organización realmente se convertirán en una mejora de desempeño empresarial.

Una de las claves está en medir los indicadores correctos. Muchas empresas se enfocan únicamente en indicadores rezagados como el LTIR, TRIR o DART, que son útiles para conocer lo que ocurrió en el pasado, pero no bastan para prevenir incidentes. Incorporar indicadores líderes marca la diferencia. Los reportes de cuasi accidentes, por ejemplo, permiten identificar condiciones peligrosas antes de que generen un daño real. Aunque a menudo se subestiman porque no terminan en lesiones, investigarlos y darles seguimiento ofrece la oportunidad de eliminar riesgos antes de que se conviertan en accidentes graves. También resultan muy valiosas las observaciones de seguridad, en las que un supervisor analiza cómo se desarrolla un trabajo con potencial de lesión, identifica peligros como caídas, atrapamientos o exposición a vapores y propone medidas preventivas. Un caso ilustrativo es el de una empresa de manufactura de gas que utilizó cámaras con inteligencia artificial en sus camiones para detectar conductas de riesgo al volante, como exceso de velocidad, corrigiéndolas antes de que causaran accidentes.

El siguiente paso consiste en establecer indicadores bajo la metodología SMART. Esta fórmula, aunque no es nueva, sigue siendo efectiva porque ayuda a definir metas específicas, medibles, alcanzables, relevantes y con un límite de tiempo. Una meta clara y cuantificable permite hacer seguimiento real a los avances, evita objetivos inalcanzables que generan frustración y mantiene la conexión directa con los resultados de negocio. El uso de tableros en tiempo real facilita que los equipos visualicen el progreso y se comprometan con el cumplimiento de los objetivos.

La pirámide de seguridad es otro marco de referencia fundamental. En la base están los indicadores líderes como comportamientos inseguros, riesgos y cuasi accidentes. En la parte intermedia aparecen los incidentes médicos o con tiempo perdido, y en la cima se ubican los accidentes graves o fatales. Este modelo demuestra que detrás de cada accidente severo existe un gran número de incidentes menores y conductas inseguras que pudieron haberse controlado antes. Al trabajar en la base de la pirámide se reducen las probabilidades de que ocurran sucesos en los niveles más altos.

Para que un programa de seguridad tenga éxito, es necesario involucrar a toda la organización. Los líderes deben ser visibles en las reuniones y dar ejemplo cumpliendo los protocolos. Los equipos requieren espacios de retroalimentación que permitan reportar riesgos de manera sencilla mediante herramientas digitales y que garanticen una respuesta rápida. La comunicación clara sobre las acciones correctivas refuerza la confianza, mientras que el reconocimiento público de los trabajadores que superan las expectativas en seguridad motiva a otros a replicar buenas prácticas. Un simple agradecimiento o una mención en una reunión puede marcar una diferencia importante.

Finalmente, la tecnología se convierte en una aliada indispensable. Las carpetas físicas y las hojas de cálculo ya no son suficientes para gestionar la seguridad de manera eficiente. El software EHS permite centralizar datos, automatizar reportes, facilitar auditorías e incluso ofrecer acceso móvil en campo para que los trabajadores consulten procedimientos o capacitaciones. Este tipo de herramientas no solo agilizan la gestión diaria, también responden a las expectativas regulatorias, pues cada vez más organismos exigen que las empresas utilicen sistemas digitales para asegurar un control efectivo de la seguridad y la salud.

Adoptar una o dos de estas estrategias ya representa un avance, pero cuando se integran todas, el impacto se multiplica. Un ejemplo lo ofrece una empresa de materiales de construcción que decidió implementar un software EHS para organizar documentos y dar seguimiento a métricas, además de establecer KPIs SMART. Esto permitió identificar áreas de mejora y celebrar logros de manera visible, lo que impulsó el compromiso de los líderes y motivó a los empleados a involucrarse más en los programas de seguridad. El resultado fue una mayor participación, un ambiente más seguro y una operación más productiva.

Medir lo correcto es mucho más que un requisito de cumplimiento. Es la base para construir una cultura de seguridad sólida y, al mismo tiempo, para abrir el camino hacia un negocio más rentable y sostenible.