Por qué las métricas tradicionales de seguridad no funcionan

Mirar solo los reportes de accidentes limita la capacidad de las organizaciones para prevenir riesgos y alinear la seguridad con sus objetivos estratégicos.

Por qué las métricas tradicionales de seguridad no funcionan

Durante décadas, los reportes de accidentes han sido el indicador central en la gestión de seguridad. Este enfoque suele derivar en alertas rápidas en charlas de inicio de jornada o en capacitaciones puntuales para reforzar la prevención. Sin embargo, la dependencia exclusiva de estos registros históricos ofrece pocos datos y carece de conexión con el desempeño operativo real de la organización.

El problema radica en que el foco recae casi por completo en el trabajador, cuando los riesgos de incidentes están profundamente ligados a los sistemas operativos: planificación, organización, dirección y control. También influyen la cultura organizacional, el clima laboral y la relación entre líderes y equipos. Por ello, medir solo accidentes pasados no basta para gestionar de manera efectiva.

Un sistema de métricas eficiente debe ser predictivo y prescriptivo. Solo así proporciona información que permita anticipar riesgos, ajustar procesos y guiar decisiones. La dificultad está en la complejidad de las variables involucradas, ya que el comportamiento humano es dinámico e impredecible.

Métricas de resultado, proceso y progreso

Las organizaciones tradicionalmente utilizan métricas financieras para evaluar desempeño, pero estas son históricas y muestran únicamente resultados. En seguridad ocurre lo mismo: los indicadores de resultado (accidentes o lesiones) no explican qué falló ni cómo mejorar.

Para avanzar se requieren métricas de proceso, que identifiquen qué salió mal y permitan diseñar estrategias correctivas, y métricas de progreso, que midan la velocidad y efectividad de los cambios. Solo la combinación de estos tres tipos de métricas ofrece a la dirección una visión completa y capacidad de reacción ágil.

Alineación de la seguridad con los objetivos del negocio

Uno de los grandes desafíos es la desconexión entre la gestión de seguridad y las metas corporativas. Los profesionales del área suelen señalar la falta de apoyo de la alta dirección y la escasa disponibilidad de tiempo del personal operativo para participar en entrenamientos. Además, los indicadores actuales no logran mostrar a los ejecutivos cómo los esfuerzos de seguridad contribuyen directamente a los resultados de negocio.

La implementación de un sistema de “scorecard” aplicado a la seguridad permite resolver este desfase. Así como ocurre con los indicadores estratégicos de negocio, un scorecard de seguridad alinea la visión, los objetivos y las métricas en torno a la prevención. De esta manera, la seguridad se convierte en parte integral de la estrategia organizacional.

Construir un scorecard de seguridad

El desafío consiste en adaptar el concepto del balanced scorecard a la gestión de la seguridad. Si la organización ya cuenta con un scorecard operativo, este puede ajustarse para incorporar perspectivas de seguridad. De lo contrario, puede diseñarse uno exclusivo que aborde:

  • La participación de todos los actores en el desempeño seguro.
  • Procesos y procedimientos de seguridad (programas, entrenamientos, auditorías, inspecciones, gestión de riesgos).
  • Innovación en seguridad (nuevas tecnologías, mejora de habilidades, alineación operativa).
  • Gestión del desempeño en seguridad (liderazgo, estándares, medición y empoderamiento).

La clave está en definir una visión clara, como un lugar de trabajo sin lesiones, y luego establecer estrategias, objetivos, medidas y metas para cada perspectiva. Esto asegura que toda la organización oriente sus esfuerzos hacia ese propósito común.

Hacia un enfoque integral

La excelencia en seguridad solo puede alcanzarse mediante un proceso integrado, basado en el desempeño y guiado por la estrategia. Este enfoque debe apoyarse en tres pilares:

  • Aspectos técnicos, como programas de seguridad efectivos, auditorías y planificación de riesgos.
  • Técnicas de gestión, que garanticen recursos, establezcan estándares de desempeño y midan avances.
  • Estrategias innovadoras, centradas en mejorar sistemas, comprender los impulsores de la conducta, fomentar el aprendizaje continuo y fortalecer la cultura organizacional.

En última instancia, la seguridad no debe verse como un área aislada, sino como parte del tejido mismo de la empresa. Solo un enfoque holístico que combine planificación operativa, compromiso de los empleados y liderazgo sólido puede reducir de manera sostenible los incidentes y pérdidas laborales.